Así como nacemos con un determinado color de ojos, de cabello y un tipo de cuerpo, también lo hacemos con una forma única de acercarnos, responder e interactuar con el mundo: nuestro temperamento.
Los padres y cuidadores ayudan a moldear el comportamiento de un niño, especialmente durante los primeros años de su vida, así como lo hacen la cultura que los rodea y sus experiencias. Sin embargo, en un nivel fundamental, su temperamento no cambia. Un niño muy reactivo puede aprender a regular sus emociones, por ejemplo, pero probablemente siempre sentirá las cosas de una manera mucho más profunda. Un niño con ritmos biológicos irregulares puede aprender a seguir las rutinas de comer y dormir, pero necesitará mayor disciplina, así como un niño tímido puede aprender a manejar la ansiedad, sin dejar de sentir alguna prevención ante algo nuevo o desconocido.
Las investigaciones clásicas alrededor del temperamento han encontrado que la mayoría de los niños se encuentran dentro de tres categorías: complaciente/flexible, difícil/exigente y temperamento de animación lenta o cauteloso. Cerca del 35% de los niños muestran una mezcla de estos tres diferentes tipos de temperamento.
A continuación, abordaremos en más detalle estas tres categorías, pero primero echemos un vistazo a las nueve características que componen el temperamento. Cada una continua con el paso del tiempo y con la mayoría de los niños inclinados hacia un extremo u otro.
Nueve características del temperamento
- Nivel de actividad – qué tan activo tiende a ser un niño.
- Ritmos biológicos – qué tan regularmente un niño come, duerme y va al baño.
- Distracción – la facilidad con la que un niño se distrae de una actividad o tarea.
- Acercamiento y Retirada – cómo un niño aborda nuevas situaciones, personas, lugares, alimentos o cambios en las rutinas.
- Adaptabilidad – la facilidad con la que un niño pasa de una nueva actividad o situación a otra.
- Persistencia – cómo reacciona un niño ante una actividad desafiante.
- Intensidad al reaccionar – cómo reacciona un niño ante una situación, ya sea positiva o negativa.
- Sensibilidad – qué tan sensible es un niño a los estímulos sensoriales como el ruido, la luz, las texturas de los alimentos o el ser tocado.
- Estado de ánimo – si un niño se inclina hacia el optimismo o la extraversión o más bien a la seriedad.
Tres tipos de temperamento
Aunque el temperamento de cada niño es único, estas tres categorías ayudan a entender mejor los comportamientos típicos. Incluso los pequeños que encajan en una misma categoría pueden ser muy diferentes entre sí. Sus comportamientos pueden variar en intensidad y pueden comportarse de manera distinta en situaciones similares o en diferentes etapas de su desarrollo.
Complaciente o flexible (cerca del 40% de los niños)
Un niño complaciente o flexible acostumbra a:
- Ser predecible en su rutina para comer, dormir e ir al baño.
- Tener fácil manejo ante nuevas situaciones, personas, transiciones y cambios.
- Mostrar un estado de ánimo positivo.
- Ser suave o moderado al expresar sus emociones.
Los padres y cuidadores de niños complacientes o flexibles comúnmente los describen como amigables, felices y fáciles de llevar. Se sienten que están haciendo un buen trabajo.
Difícil o exigente (cerca del 10% de los niños)
Un niño difícil o exigente acostumbra a:
- Ser impredecible o irregular al comer, dormir o ir al baño.
- Adaptarse de manera lenta a nuevas situaciones, personas, transiciones o cambios.
- Mostrar un estado de ánimo negativo.
- Ser intenso al expresar sus emociones.
Los padres y cuidadores de niños difíciles o exigentes comúnmente los describen como difíciles de criar y cuidar, tercos e intensos, haciendo que sientan que están haciendo un mal trabajo con ellos.
Reacción lenta o cauteloso (cerca del 15% de los niños)
El niño con temperamento de animación lenta o cauteloso, acostumbra a:
- Mostrar desconfianza y lentitud para adaptarse a nuevas situaciones, personas, transiciones y cambios.
- Sentirse más cómodo observando que participando en principio (una vez que se siente cómodo, puede ser tan sociable y activo como cualquier otro niño).
- Mostrar un estado de ánimo serio.
- Ser suave y moderado al expresar sus emociones.
Los padres y cuidadores de niños con temperamento de animación lenta o cauteloso comúnmente los describen como tímidos, temerosos y sensibles, preguntándose qué pueden hacer para endurecer un poco su carácter.
Algunos temperamentos son más difíciles de criar o cuidar que otros, pero es importante recordar que no puedes cambiar fundamentalmente el temperamento de tu niño. Lo que puedes hacer es desarrollar sus fortalezas y enseñarle habilidades para enfrentar los desafíos relacionados con su temperamento. Puedes leer más sobre cómo hacerlo aquí.